En el corazón de Filandia, Quindío, vive Ruby Arias, una maestra artesana que entrelaza saberes ancestrales con innovación. Su trabajo con las tiras de bejuco no solo es una práctica estética, sino una forma de mantener viva la historia de su comunidad, donde el tejido ha sido durante generaciones una forma de expresión, sustento y legado.
Las paredes de la casa-taller de Ruby cuentan una historia tejida con bejucos. Al entrar, es imposible no quedarse mirando hacia arriba, pues decenas de canastos y lámparas coloridas cuelgan del techo, rindiendo homenaje a una tradición familiar que alimentó a doce hermanos.
Ruby creció en medio de tiras de bejuco, aunque solo empezó a dedicarse a la cestería de forma seria cuando se casó. Antes de eso, fue madre comunitaria, recogió café, cargó plátanos, todo lo que pudiera para subsistir. Cuando Ruby reconectó con su pasión por el tejido se inscribió en talleres e insistió en aprender nuevas técnicas hasta convertirse en una experta de las fibras naturales.

Con humildad y disciplina, Ruby deshace y rehace su trabajo mil veces hasta lograr el resultado deseado. Heredó esa ética de Doña Blanca, su madre, quien “tejía de mañana a noche para comprar la panela y arroz del día” según narra Ruby. Su padre y hermanos recogían bejucos de chusco, cucharo y tripillo, que luego secaban con humo para fabricar canastos bagaceros y canasta mercadora, esenciales para familias quindianas.
Ruby explora fibras como los distintos bejucos y la guasca de plátano, incluso probó crear jarrones siguiendo el patrón de un balón. Aunque al principio se burlaban de ella por intentarlo, terminó sorprendiendo a todos: “no era boba, era avispada”, cuenta orgullosa, y esos jarrones fueron su sello por años. Más recientemente ha enfocado su habilidad en la elaboración de lámparas, explorando nuevos diseños.
Hoy, Ruby trabaja junto a sus hermanos y sobrinos —su “gallada familiar”—, asegurando que la tradición Arias Velázquez permanezca viva en Filandia. Su taller Arte Ruby está abierto a visitantes que desean aprender el oficio y conectar con este legado artesanal.
Una experiencia para compartir
En su taller también se trabaja por encargo, dialogando con diseñadores y viajeros conscientes que buscan piezas únicas con historia. Esto ha llevado su trabajo a ferias y exposiciones, sin perder su raíz campesina.
Visitar a Ruby en Filandia es sumergirse en el universo del bejuco: conocer el proceso desde la fibra hasta la pieza terminada, descubrir los tintes naturales, escuchar relatos familiares y, si se desea, participar en un taller de tejido que permite experimentar la complejidad y belleza de este arte vivo.
Ruby no solo ofrece canastos: ofrece una experiencia cultural profunda. Visitar su taller es descubrir la historia de una familia, sostenida por el oficio del tejido, y saber que los oficios tradicionales pueden reinventarse y trascender por generaciones.

¿Por qué su obra es un patrimonio vivo?
- Tradición que se reinventa: técnicas heredadas que Ruby adapta a nuevos formatos y diseños.
- Impacto comunitario: trabaja con comunidades rurales y promueve la economía local.
- Sostenibilidad real: uso responsable del bejuco y procesos manuales.
En cada hilo, Ruby construye vínculos, identidad y futuro. Su trabajo es un ejemplo de cómo el arte popular puede transformar vidas y territorios desde la raíz.
¿Quieres incluir a Ruby en tus rutas de turismo cultural o diseño responsable?
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